GRANDES GÓNADAS DE LA HISTORIA
Esta
entrada pretende ser solo un anticipo de una nueva categoría de etiquetas:
“Grandes gónadas de la historia”, dedicada a señores (y señoritas, que gónadas
tenemos todos) que en un momento dado ponen sus aparatos reproductores encima
de la mesa, tiran para delante y dejan huella imborrable en la historia. Alguno
dirá que hablaremos solo de soldados, generales y guerreros y muy poco de
hombres de paz y que la guerra es muy fea y tal. Razón no les faltará,
personalidades importantísimas que no se dedicaron a darse de palos también ha
habido y se hablará de algunos, claro, pero lamentablemente esta etiqueta no es
para ellos. Que se entienda como una elección más llamativa y peliculera que
reivindicativa de una manera de arreglar las diferencias que sirva actualmente. Hoy día el diálogo y otras presiones hacen mucho más logros, en la historia pasada las cosas no eran tan fáciles y no se pueden contemplar las acciones pasadas con los ojos del presente.
Así
que en próximas entradas de esta categoría habrá semblanzas, macarradas (muchas
macarradas, sobre todo) y genialidades oportunas de esas de quitarse el
sombrero y dar abrazos de machote, de gente grande a la que dedicaremos tiempo como:
Blas de Lezo. Más conocido como “Mediohombre” antes
que Tyrion Lannister, ya que había perdido en diferebtes combate una pierna, un brazo y un
ojo. Pasa casi toda su vida en la flota española donde destaca en decenas de
batallas decisivas, en un S.XVII que ya empieza a marcar el declive de la
marina española. Al final de su carrera es destinado a Cartagena de Indias,
donde un gracioso incidente con una oreja hace que Inglaterra aproveche el
pretexto para echar a los españoles de una vez por todas de América del Sur.
Blas de Lezo, con escasos hombres y SEIS barcos (no es una exageración, son
seis contados) detiene a la impresionante armada inglesa comandada por el
almirante Vernon que tampoco era un cualquiera, ¿eh? La hazaña es tan, pero tan
grande, que si el pobre Lezo hubiera sido americano o inglés sería el marino
más famoso de todos los tiempos. El responsable último de que hoy día aún se
hable español (bueno, es un decir) en América del Sur. Las cosas como son, en
Cartagena de Indias (Colombia) tiene una estatua y en España no le conoce ni el
gato.
Blas de Lezo y Olavarrieta, "Mediohombre". Grandisérrimo como él solo. |
Escipión el africano. Hijo de un cónsul y general de Roma y
uno de los mayores generales de la antigüedad. Anibal, general de Cartago (seguramente
el segundo mejor estratega de su época y merecedor de otra entrada de grandes
gónadas de la historia, es innegociable) tras jurar odio eterno a los romanos,
aliarse con enemigos de Roma (como Filipo V de Macedonia) y darles la del pulpo en Cannas, decide dejarse de
tontadas y atacar directamente Roma cruzando los Alpes con un ejército de
asustar al más pintado, con elefantes y todo. El senado romano se caga vivo y
el gran Publio Cornelio Escipión decide que en lugar de esperar a que vengan
los cartagineses, mejor es a) cortarles los suministros en Hispania para que el ejército que marcha a Roma tenga que vivir de los rayos cósmicos y b) Atacar
Cartago cuánto más rápido mejor y que así Aníbal tenga que retirarse de su marcha para defenderse. El "juego de la gallina" elevado al infinito. Requiere
unas gónadas grandes como Estrellas de la Muerte llevarte las legiones fuera de
Roma cuando la están atacando, pero las tenía y así logra derrotar al ejército
cartaginés en Zama, al ladito de Cartago. Ahí ganó su epíteto de “El africano”. La historia europea
posterior le debe el dominio de Roma por el Mediterráneo y la expansión de su
cultura. Es decir casi, casi el mundo en el que vivimos hoy.
Dos bustos diferentes de Escipión. Uno de los generales y estrategas más dotados de la historia. |
Álvaro de Bazán: Otro de los grandes marinos españoles
del S.XVI, Lope de Vega le dedicó unos versos que ponen la carne de gallina “El viejo turco en Lepanto, en la tercera el
francés, y en todo mar el inglés, tuvieron de verme espanto. Rey servido y
patria honrada dirán mejor quién he sido por la cruz de mi apellido y con la
cruz de mi espada” ¿A que dan ganas de apuntarse a los tercios e irse a
conquistar Flandes? Vencedor contra los turcos por todo el Mediterráneo, triunfador
en Lepanto, luchó contra Portugal y
contra Francia… y quien dijo que la Gran Armada (lo de la Armada invencible fue
una coña inglesa) no debería zarpar tan pronto porque no estaba preparada. Razón
por la que fue despedido ipso facto por Felipe II y todos sabemos cómo acabó
luego el intento de invasión. Al menos a este pobre tiene a su nombre una
calle.
"Usted verá, su majestad don Felipe, pero con estas prisas la gran arnada va a hacer el ridículo". Otro enorme, Don Álvaro de Bazán. |
Manfred Von Richtofen. Cuando la Primera Guerra mundial se
detiene en seco en las trincheras y los altos mandos desde sus despachos
impolutos mandan a la muerte a miles de jóvenes; las metralletas, tanques y gases venenosos
acaban con la “gloria” de la lucha y el respeto al enemigo, en el cielo todavía
quedaba sitio para el honor. Los ases del aire se respetaban unos a otros y se
miraban a los ojos antes de disparar en un duelo de igualdad. Von Richtofen,
“El Barón rojo”, un noble alemán que se apunta a la gloria del recién creado
ejército del aire y que no solo era el más hábil de todos, además con un
sentido del honor que se perdía ya a pasos agigantados. Pensaba que eso de
atacar por la espalda, oculto en las nubes y demás no era de recibo, así que
pintó a su avión de rojo y a los de toda su escuadra de colorines (en el
ejército alemán se referían a ellos como “El circo de Richtofen”) para que todo
el mundo les viera recortados contra el cielo y combatir como caballeros. Es
más, permitía que los aviones enemigos tocados y que ya no eran un peligro
pudieran retirarse. Al morir derribado, sus enemigos los británicos le
entierran con honores de héroe militar (lo mismo hicieron con el almirante
español Churruca, perdedor en Trafalgar, siglos antes).
Von Richtofen. Elegancia, clase y habilidad como piloto. ¡Vivan los ases del aire! |
Anne Bonny y Mary Read. Mujeres piratas. Eso lo dice todo. Sanguinarias como ellas
solas, pero pioneras en un mundo, como el de la piratería, ligeramente dominado
por los hombres. La piratería caribeña es otro de esos temas geniales, pero muy
poco conocidos.
Mujeres y piratas, ¿se puede pedir más? Si es así no quiero saberlo. |
Pues
eso, que en próximas entradas alternaremos los temas más al uso con estas
otras de “grandes gónadas de la historia” donde empezaremos con alguno de los aquí mencionados. Este post era solo una manera de
captar la atención con vistas al futuro ¿Lo hemos conseguido?