sábado, 8 de marzo de 2014

La revolución francesa (y III)



¿Qué cómo va la cosa en la nueva asamblea? Bien, gracias por preguntar ¿Y vosotros? ¿Todo bien? Pues en la asamblea resulta que son los girondinos moderados son los que tienen más representantes y aunque estamos con la coña de que si son unos sosos y eso, todavía tienen sectores mucho más a la derecha, ¿eh? Como lo son los partidarios realistas que añoran el antiguo régimen y suspiran por los beneficios perdidos de la iglesia. Por otro lado, los de izquierdas empiezan también hacerse notar en las propuestas que presentan a la asamblea.

Una de las primeras medidas que se aplican es “tomar prestados” los bienes de todos los que han emigrado con el susto en el cuerpo, que algo habrían hecho o si no no se hubieran ido, y venderlos. Porque, no sé si lo recordamos, pero toda la movida empezó por una crisis económica tamaño española y que todavía nadie se había puesto a hacer nada para superarla en serio[1]. Lo que pasa es que a estas alturas el rey va a empezar a poner pegas y los de derechas le seguirán el rollo y le jalearán las gracias.

Desde fuera de Francia se empieza a ver todo esto de constituciones, asambleas, derechos naturales y confiscación de bienes a la nobleza como algo que se tiene que acabar sin miramientos, que ya se lo han pasado bien los críos un rato y va siendo hora de que se acuesten sin cenar para que no se repita la cosa. Así que una coalición de países, Austria y Prusia en cabeza, enviará sus ejércitos contra Francia para volver a darle al pobre rey el poder absoluto que nunca debió perder. A los más radicales les suena de fábula, porque así los que estaban apoyando al rey van a quedar un poquito desprestigiados[2] y además, para la gente de a pie, ahora la lucha se confundirá con una lucha nacional. Son los franceses y su nuevo sistema social contra el mundo. Además, si ellos no iban a ir la guerra, total, qué más les daba.

Y entonces se puso chulo el duque de Brunswick, el general del ejército prusiano, que se le ocurrió amenazar con (literalmente) arrasar París si alguien tocaba un pelo al rey Luis XVI. Las bravuconadas que se suelen decir en las guerras, vamos, tampoco nada del otro mundo. Sin embargo, la chulería da lugar a que estalle una revuelta popular y al grito de “Pues no te preocupes,  no, que no le vamos a hacer ná”, derribe la monarquía y en el mismo París se cree una comuna que en lo sucesivo no es que vaya a hacer  excesivo caso a las asambleas y demás zarandajas de ese tipo. 

- "Malditos gabachos. Como le pongáis la mano encima a mi primo dejo París como un solar. Menudo soy yo". -"Señor duque, deje el vino que no le sienta bien".     
 
Mientras, el ejército de ciudadanos franceses, con su libertad recién estrenada, derrota a los prusianos en la batalla de Valmy[3] Y mira que el ejército francés empezó bastante regulero… Es lo que tiene cuando mandas a paseo a la mitad de los altos mandos porque saben leer y no huelen a estiércol (es decir, se dan aires de nobleza) y a cualquier soldado pelado que se queje de sus superiores porque les han gritado un poco fuerte se les escucha y se investiga la infamia en nombre de la igualdad y fraternidad[4]. Vamos, que la disciplina no era lo suyo precisamente. Sin embargo, en esta batalla, el ejército del pueblo gana a las entrenadas tropas invasoras, seguramente porque estas estaban confiados de las palizas que les estaban pegando un día tras otro, ya casi hasta sin ganas. Parte de la demostración de que habían ganado prácticamente de churro es que los vencedores no persiguen al ejército derrotado en desbandada para apiolarles por la espalda, que es algo que se suele hacer con frecuencia, no sea que no se repita otra vez la coña. Luego, además, las condiciones de la rendición del enemigo son también bastante poco exigentes. Seguramente ni ellos se lo creerían. Pero, oye, las cosas como son, que aguantan como señores el cañoneo enemigo y responden el fuego con propiedad. En el bando invasor, estando de invitado con las tropas, el poeta alemán Goethe[5] escribirá luego sobre todo lo que cambió ese día y de cómo comenzó una nueva era en la historia mundial, lo que encumbró finalmente la batalla en lo más alto.

La batalla es una chorradica desde el punto de vista militar y estratégico, pegarse cañonazos unos a otros a la sombra de un molino, pero históricamente muy importante, porque:
-          Demuestra que un ejército puede funcionar también con cierta efectividad sin mandos nobiliarios entrenados y sin mercenarios, solo el ejército de los ciudadanos que luchan por su libertad. Lo que se pierde en calidad bélica se gana en deseos de luchar por la patria.
-           Hace que las potencias europeas se lo piensen un poco y no eliminen de un plumazo la revolución que había empezado en el país vecino. Que si no la cosa no hubiera podido ir a más. Como ya sabéis que pasó.

Batalla de Valmy. "Oye, que hemos ganado. Pues nada, ahora a aprovechar y a comprar lotería que estamos de racha".
Pues venga, que ha llegado la fase exaltada de la revolución. Y lo ha hecho para quedarse[6]. Ya empieza la chanfaina.
El 10 de Agosto de 1792 es la fecha de la insurrección popular y significa que ya se meten en el tinglado los sans-culottes, quienes esperaban que ahora las medidas que se tomaran fueran bastante más punkis que hasta ahora habían sido pechés pechés: Sufragio universal, mejor distribución de la riqueza… Así que los sectores más macarras de la asamblea les reparten armas (que si nos acordamos, de la bastilla habían sacado unas cuantas) y, hale, a montarla por ahí. Que disfruten las criaturas, así si se desfogan y hacen ejercicio luego por la noche dormirán mejor.

Venga, que ésta seguro que os la sabéis. ¿Qué se hace ahora?..... ¡En efecto! ¡Cambiar el nombre a la asamblea! ¿Cómo lo habéis adivinado? Ahora se llamará “Asamblea nacional[7], por eso que os he dicho antes de que se vaya a unificar la lucha contra el invasor y la lucha dentro de Francia contra los enemigos de la revolución. 

Los jacobinos y montañeses apoyarán a los desarrapados y se impondrán en el gobierno que ya va a ser una casa de locos y una jaula de grillos. ¿Qué van a hacer entonces, tomar medidas contra la inflación? ¿Van a construir carreteras y hospitales? ¡Quía!, van a cargarse a todos los que les chisten que para eso mandan. Se crearán tribunales especiales, como el “comité de salud pública”, para juzgar rápidamente por traición a todo el que se ponga a tiro y el que parezca que tenga poco espíritu revolucionario. El rey Luis XVI y su esposa Maria Antonieta los primeros, que se les veía muy contentos cuando venían  los prusianos a liberarles[8]. Pero matar a tanta gente es cansado, que si se ahorcan no hay cuerdas para todos y si el verdugo se tiene que liar el pobre a cortar cabezas a hachazos acaba con unas agujetas de cuidado y también es un ciudadano con sus derechos y tal. Así que para matar en serie se tunea un aparato de lo más curioso que ya estaba inventado de antes. Me refiero a la guillotina, claro, que permiten que vayan pasando los traidores uno detrás de otro y en un pispas apilas unas cuantas cabezas y a otra cosa, que suele ser cortar más cabezas. A muerto por minuto se calcula. Lo más triste de todo es que se decide hacerlo también con la idea sincera de ahorrar sufrimiento al reo, que hasta entonces que la muerte fuera vistosa era parte del espectáculo y de la gracia de las ejecuciones públicas.[9] Y, del mismo modo, la idea es que ahora todos tengan la misma forma de ejecución, que antes a los pijos de los nobles solo podían decapitarles y con los demás se podían poner creativos. El nuevo método revolucionario lo propone un cirujano, el famoso Guillotin, y diseña el modelo 2.0 un constructor de clavicordios (como suena, sí). Es más, cuenta la leyenda urbana que el verdugo que mató a Luis XVI escribió en sus memorias que el fue el propio rey el que viendo que eso cortaba poco propuso que se inclinara la cuchilla. Igual veía venir el hombre dónde iba a acabar.
La cosa llega hasta el punto en que Robespierre, una vez está dirigiendo el guateque casi de manera dictatorial, se pondrá a cargarse gente hasta quedarse ahíto[10]. Inclusive una buena parte de los girondinos la van a palmar por moderados y flojos.

Robespierre, con sus ojos de zumbado o la marca de Innsmouth, según la fuente que consultes.

Los países Europeos volverán a atacar a Francia, que una cosa es redactar una constitución, que está feo, pero puede llegar a tener un pase, y otra es decapitar reyes y pretender irse de rositas. Ya se meten también los británicos y todo, con su flota que era la mejor del momento, a la que apoyará la marina española también, que para algo están los Borbones reinando en España y lo de que guillotinen a familiares no se lo toman bien.

Y como hay una guerra, pues nada, a reclutar gente y a dirigir la economía que los fusiles y los suministros no se pagan solos. Así que todos los jóvenes solteros de 18 a 25 se convierten inmediatamente en soldados y se le pone un precio máximo al trigo. Ambas medidas fueron tomadas por la gente, sobre todo en el campo, un poquito mal. Conclusión, insurrección en el campo contra los tarados de la ciudad que ya la están liando[11]. En la ciudad también se montará gorda en cuanto se descompensen las subidas de los salarios con los precios.

Así que a los pobres montañeses no les queda otra que cargarse a los opositores al régimen, lo que viene a incluir a los realistas, los nobles, los moderados, los insurrectos, los desertores, los que hablaban mal de la revolución, los que se salían sin despedirse de los grupos de whatsapp…Es la etapa conocida como “El terror”. Se dice, igual con algo de exageración, que en esta etapa se guillotina a unos 40.000 pavos. Y mira que a los pobres montañeses les hubiera gustado vivir en paz y armonía, pero si no se puede, no se puede.
La cosa se pone tan así que llegado un momento surge una reacción contra los exaltados, se empiezan a clausurar los centros de reunión de los sans- culottes, se detiene a los jacobinos más borricos[12] y se empiezan a plantear pisar un poco el freno que al final nos quedamos sin gente en Francia. Es que con la guillotina pasa como con las pipas, te pones, te pones y no sabes parar… Finalmente Robespierre es detenido y guillotinado para que no guillotine más, que sepa que está muy mal guillotinar a la gente a tontas y a locas. A esto se le llama el “golpe de estado termidoriano” o “reacción termidoriana”. Termidor es el segundo mes de verano en el nuevo calendario de la revolución[13]. Imaginaros lo bien que tenía que oler París con 40.000 cabezas cortadas rodando por ahí y las cárceles llenas de gente. Seguro que eso fue lo principal para acabar con el terror, que igual los otros países no nos invaden, pero nos acaba comiendo la mierda.

En plena fase del terror. Regalando cabezas a los asistentes como si fueran perritos pilotos.

El caso es que tras el desfase se vuelve a las posturas moderadas de los girondinos, se hace una nueva constitución en 1795, moderadilla ella (que no lo habíamos comentado, pero en 1793 la asamblea nacional había hecho otra mucho más progresista). Para que no vuelva un Robespierre se decide que el poder lo tenga un directorio de cinco miembros que se contrapesen, lo que finalmente llevará a que Francia sea dirigida por la clase burguesa adinerada. Ahora lo importante va a ser la estabilidad, ya lo de la libertad, igualdad y fraternidad algo menos.

Tras todos estos años convulsos, parece que al final hemos ganado poco, pero no es así, en Europa se asienta una nueva forma de gobierno, con constituciones que limitan el poder de los reyes, división de poderes, partidos políticos y el fin de los privilegios por nacimiento. Que la parte más radical se extingue de raíz, sí, pero que estos años cambiaron el panorama europeo completamente y la historia consiguiente.
Luego llegará Napoleón y la liará parda, pero ya se verá en otra ocasión.


[1] De nuevo a lo española, mira.
[2] “¡Mirad, esos son los que apoyan a los invasores, señaladles con el dedo y hacedles un escrache!”
[3] Y, de nuevo, vuestra juventud hace que si ahora digo la batalla de “Valmy Vartokomus”, me quede solo con la gracia mientras pasa rodando delante de mí un matojo de esos de las pelis del oeste.  Eso, sí, a veces es divertido vivir en mi cabeza.
[4] Estamos exagerando mucho, pero la exageración es parte de la gracia del método P.E.L.M.A. ¡Nos apoyan dos mil millones de visitas al día!
[5] Debía estar en el programa “prusianos por el mundo” y podría haberse quedado ensalzando batallas en lugar de escribir “Fausto”, que menudo peñazo de libro y que me perdone si me lee un profe de literatura.
[6] Bueno, solo un poco, pero es que la frase es chula.
[7] No os preocupéis si os perdéis con los cambios de nombre, a mí también me pasa. No os estáis haciendo viejos.
[8] Cuenta la leyenda que antes de morir dijo: “Franceses, muero inocente. Perdono a los autores de mi muerte. Ruego a Dios que mi sangre no recaiga sobre Francia”. Muy folclórico y poco creíble, seguramente se ciscaría en los ancestros de alguien. Mola más lo que supuestamente dijo Maria Antonieta, que estaba subiendo a la guillotina, así como sin ganas, el verdugo hizo como que miraba la hora y ella le contestó un lacónico: “Pardon, monsieur!”Los modales que no se pierdan, que te vayan a guillotinar no es motivo para perder las formas.
[9] Y aquí en este blog nos lo tomamos a la ligera, pero, según wikipedia,  en Alemania sigue la guillotina en vigor hasta 1949 en la parte federal y hasta 1969 en la democrática. En Francia hasta 1977.  Novecientos, sí, no ochocientos.
[10] Me encanta la palabra “Ahíto”. Me recuerda a La venganza de Don Mendo: “Paren ya la tambor, que están mis nobles cansados  de redobles y yo ahíto de tanto parchear y tanto pito”.
[11] También influyen, eso es así, los discursos de los curas de pueblo, que ponían verde a la revolución y sus cosas de modernitos y calentaban a los campsinos.
[12] Valga la redundancia. Por cierto que ya en este momento Jacobinos y Montañeses son casi lo mismo, por eso según donde lo leas te vas a encontrar la mención a unos u a otros.
[13] Si ha cambiado todo, no vamos a seguir usando el mismo calendario que antes, no fastidies. Defenderlo es ser poco revolucionario y tener varias papeletas para la guillotina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario